Quién soy yo?
He aquí una buena pregunta,
para hacersela al hombre por la tarde
cuando ya está cansado
y se sienta en el umbral de la noche.
Si se abriese ahora, de improviso, la puerta,
y alguien se adelantase a preguntarme,
quién soy yo?...
no sabría como me llamo.
En la mañana nos bautizan,
al medio día, el Sol ha borrado nuestro nombre
y en la tarde, quisieramos bautizarnos a nosotros mismos.
Salimos de aventura en la madrugada, por el mundo,
con un nombre que nos prende en la solapa,
y creemos que por ese nombre,
van a llamarnos los pájaros...
¡No nos llama nadie!.
Y cuando ya estamos rendidos de caminar
y el día va a quebrarse,
para no perdernos en la sombra,
gritamos enloquecidos y angustiados
Quién soy yo?
y nadie nos responde.
Entonces miramos hacia atrás
para ver lo que dicen nuestros pasos,
y comenzamos a desifrar
y a organizar las huellas
que aún no ha borrado el viento.
Es la hora que el caminante quiere
para escribir sus memorias; cuando dice:
"Les contaré mi vida a los hombres,
para que ellos digan:
"Si es un poeta, querrá contársela
también a los pájaros,
y a los árboles.
Si el poeta es un poco arquitecto,
y algo más orgulloso
talvéz se atreva
a contarle su vida a las piedras;
y dirá:
"Construiré mi morada,
mi sepulcro y todo,
con las piedras más firmes que he tallado.
Yo no sé si soy un poco arquitecto
y algo más orgulloso
que cualquier hombre.
Que orgulloso y enloquecido,
se afane en bautizarse a sí mismo,
por un nombre por el que puedan llamarlo:
Los pájaros,
los árboles,
las piedras.
Con un nombre que no derribe el viento."
El poeta le cuenta su vida primero a los hombres,
después cuando los hombres se duermen
a los pájaros.
Más tarde, cuando los pájaros se van,
se la cuenta a los árboles.
Todo esto se puede traducir de esta manera.
Lo que cuenta a los hombres, está lleno de orgullo.
Lo que cuenta a los pájaros, está lleno de música.
Lo que cuenta a los árboles, está lleno de llanto.
Y todo es una canción compuesta por el viento
de lo cual después
este desmemoriado y único espectador
apenas podrá recordar una palabra.
Pero estas palabras que recuerde
son las que no olvidan nunca las estrellas.
Lo que cuenta el poeta a las piedras,
está lleno de ETERNIDAD,
y esta es el canción del destino
que tampoco olvidan las estrellas.
soy orion
ResponderEliminareste poema lo lei en la escuela no se de quien es era muy niño, recuerdo que nos hicieron gorras y playeras con un signo de admiracion, y todos juntos deciamos ¿quien soy yo?. gracias. por que pude recordar.
Excelente en realidad, un poema muy reflexivo, quien soy, quiza mañana nadie sabra quien soy yo.
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