jueves, 10 de junio de 2010

Tertulia de filósofos

Marx: La religión y sus nociones son el opio del pueblo; están al servicio del poder que controla las fuerzas de producción capitalistas.

Platón: El alma humana aspira a contemplar las ideas supremas: el Bien, la Verdad, la Belleza. Es inmortal y, no obstante, está limitada por el cambio mortal. Porque, si, existen dos realidades o mundos diferentes: el inteligible y el sensible, a los que respectivamente pertenecen las dos realidades opuestas que conforman al ser humano, alma y cuerpo.

Aristóteles: La felicidad es aquello a lo que todo hombre tiende y desea, pero conseguirla depende de desarrollar el razonamiento y las virtudes morales: prudencia, fortaleza y templanza.

Kant: La moral es obrar el deber por el deber, sin pensar en otra recompensa que la satisfacción de lo cumplido.

Aristóteles: El hombre es un ser unitario compacto. El alma, por consiguiente, es principio vital y no de otro mundo. Es a causa de este modo de comprender el ser humano que me han clasificado como "materialista".

Marx: ¡Qué distinto es este "materialismo" del moderno! Con el tiempo, cualquier filósofo que considere la existencia del alma jamás podrá ser tildado de "materialista".

San Agustín: No trazo una linea de separación entre las nociones de razón y fe en la búsqueda de la verdad, que está en Dios. Porque, en un comienzo, la razón ayuda al hombre a alcanzar la fe; después, la fe orienta e ilumina la razón; y, ulteriormente, la razón estructura los contenidos de la fe.

Nietzsche: El cristianismo pudo triunfar en el Imperio Romano gracias a que un puñado de cristianos cultos - la mayoría de los cristianos eran unos infelices, procedentes de capas bajas de la sociedad- se interesó por estar a la altura de los filósofos y modeló su religión con las categorías filosóficas del platonismo. San Agustín representa la culminación de esta síntesis desafortunada, sin la cual el mundo occidental no se habría cristianizado y hubiera sido más libre.

Marx: La fe es un subterfugio social represor de la conciencia.

San Agustín: La fe le sirve al hombre para guiar sus pasos en libertad hacia el momento en que su alma se ilumine y pueda alcanzar las ideas, que están en Dios. Y es en este estado de iluminación cuando el hombre consigue conocer la verdad y la felicidad.

Sartre: La auténtica "verdad" que se deduce de todo lo que se ha dicho es que, efectivamente, los sacerdotes se expresan como "iluminados". Teniendo un Dios en la retaguardia, ¡qué fácil es evadirse del drama moral de la conciencia que nos plantea la libertad!. No existe un Dios que nos indique el camino hacia la verdad.

Santo Tomás: La razón y la fe no van unidas al conocimiento de la verdad, sino que son vías distintas de conocimiento, aunque la verdad se encuentra en los contenidos de la fe. Porque la razón está limitada por los sentidos.

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